viernes, 29 de julio de 2011

Dos velas negras

A menudo pasa que uno no tiene una idea muy formada sobre algo. De hecho a mí me ocurre con una frecuencia casi galopante. Envidio a esas personas que tienen una idea tajante y clara sobre algún aspecto espinoso de la vida. No envidio la opinión en si ya que la mayoría de veces no estoy de acuerdo con su punto de vista, al menos de una forma tan clara como ellos, sino por el mero hecho de tenerlo tan claro.

Ejemplos los tengo a puñados: el aborto, la pena de muerte, … Pero hoy no quiero hablar de esto.

Este breve razonamiento viene a cuento de que el otro día me explicaron algo que cuando menos me dejó sorprendido. Los miércoles a mediodía tengo una hora de inglés pagada por mi empresa. El otro día mi profesor, que habitualmente tiene menos ganas que yo de hacer una clase formal, me habló de la hermana de su novia. Hasta ahí ningún misterio.

Tarot! La hermana lee las cartas del tarot. Vaya por delante que yo soy una persona muy poco dada a estas creencias, siempre las he considerado chorradas o ganas de estafar al personal. Mi profesor también lo era pero resulta que la brujilla le advirtió que le iban a robar en breve. Y le habló de cosas sobre su infancia muy íntimas (mi profe me tuvo que explicar que padece una enfermedad muy rara) y que ella había sido capaz de darle datos muy precisos sobre cosas que sólo él conoce.

Resulta que hace un par de días le intentaron robar en el metro tres tíos. Sinceramente, eso no me sorprendió dada su cara de guiri y la cantidad de mandantes que hay en el metro de Barcelona en verano. Tampoco me alucinó todo lo relacionado con su enfermedad. No tengo claro cómo lo supo la tarotista aunque el hecho de ser la hermana de su novio creo que la deja en una posición cuando menos favorable para obtener información de ese calibre.

Lo increíble fue ver lo cagado que estaba mi profesor con el tema. Él reconoció que empezaba a estar paranoico y su cara daba buena cuenta de ello.

Misterio?
Poderes?
Manipulación?

No creo en el tarot y eso lo tengo claro. Blanco y en botella.

martes, 26 de julio de 2011

Salir, beber,….solía ser el rollo de siempre

El pasado finde se produjo un milagro, una alineación de diversas constelaciones que permitió que me fuera el finde (todo el finde) a unas jornadas de macho en estado puro. Mi mujer lo llama más cavernícolismo puro y duro o concurso de eructos. Pues mire usted, también.

Lo dicho. Pueblo de costa. Sol, playa, paella, siesta y gin tonics, muchos de hecho.

Cómo mola salir y más en verano. Debería ser obligatorio por ley, salir al menos un finde al mes. Siempre es divertido ver la fauna que hay, eso sí siempre desde la barrera. Diversos apuntes mentales tuve mientras estábamos en un bar de esos que acaba siendo medio discoteca, lo que pasa es que creo que los perdí a partir del 4º gin tonic. Pero uno resistió incrustado en mis meninges, a partir de los 30 son ellas las que atacan. Ríete de los ataques de Contador subiendo cualquier montaña! Algunas llegaron tarde al reparto o simplemente pasaron del reparto y ahora disfrutan de una libertad sexual total aunque tal vez un tanto forzada. (No es una crítica, yo haría lo mismo, tan sólo un punto de vista).

El tiempo marca su propia ley como si fuera el sheriff del far west. Por cierto, para far west, las pintas de los miles de franceses que inundaban el pueblo costero,….
Digo lo del tiempo, porque al día siguiente el constante dolor de cabeza se encargaba de recordarme “ya no tienes 18 años, deja de beberte hasta el agua de los floreros”. Y cómo no había chicas en nuestra aventura estival, nadie tenía una puñetera pastilla para el dolor de cabeza….Ah! la siesta, ese producto artesanal y universal, cada vez menos nuestro fue mi pastilla milagrosa.

Pasé un buen finde con los sospechosos habituales aunque cada vez menos. Risas, conversaciones masculinas totalmente absurdas pero absolutamente necesarias para encontrar ese difícil equilibrio mental sobretodo cuando tu día a día está impregnado de olor a toallita y a pañales de bebé.

Un brindis al sol ;)