Sí, amigos bienvenidos a un episodio más de nuestro espacio de Teorías humanas sin contrastar pero con amplio fundamento. Rico, rico que diría el colega del perejil.
Hoy abordamos una especie rara, muy rara pero altamente peligrosa.
El tío con fular. Ojo, voy a empezar a matizar antes de que empiecen a caer palos. ME refiero a un tío de 32 como mínimo, previsiblemente casado o muy ajuntado. Si fuera soltero en busca de munición, tendría su lógica (limitada muy limitada pero aceptamos barco).
Es verano, mes de julio. Hace calor. Cenamos un grupo de amigos, la mayoría casados o muy ajuntados (no juntos, ajuntados que es más cerca). Una pareja nueva viene a cenar. A ella la conocíamos de hace años. Él lleva pantalones cortos (como todos), camisa de pijo-hortera (letras grandes y dibujitos) y atención un fular!
“Asumo que te duele la garganta”- le digo. Sé que el comentario le va a joder pero no lo puedo resistir.
“No, lo he cogido por si refrescaba”- dice con cara de pocos amigos. Detectamos que no hay feeling entre nosotros.
“Mmm sí, es verdad, en esta época del año refresca mucho”- suelto con ironía (Audrey ya me ha soltado la primera patada de la noche por debajo de la mesa).
Cenamos, reímos y bebemos vino. Vamos lo normal. Habitualmente hacemos una clara disposición táctica en las mesas, tíos a un lado y tías al otro (él como no, se queda al otro lado hablando de compras, bebés y papillas). Es farmacéutico y la toca en el tema de los potitos (según dice). Cruzo un par de miradas con los sospechosos habituales, saben lo qué pienso, me han calado!!!
Llega la hora del postre, heladito…mm qué rico. Llega la hora de “qué tomamos algo?”.
“Hago unos gin tonics muy especiales”- suelta él. Bingo, ya está la traca final. El Ferran Adrià del combinado de moda. Me encanta el gin tónic pero estoy hasta los mismísimos “Bowlings for Columbine” de la gilipollez y parafernalia que se ha montado con esto. Mmm, en un esfuerzo titánico me muerdo la lengua (noto el gusto de sangre en la sangre) de lo mucho que aprieto.Declino la oferta, alego tener que conducir (mi mujer flipa, siempre le toca a ella).
Saca los vasos pone el hielo en los vasos largos de tubo ancho y ojo los empieza a masajear entre las manos. Es para conseguir un contraste de temperaturas para que el hielo,….dejo de escuchar. Tan sólo me viene una idea a la cabeza “a ver es julio, hace calor, hay un tío con fular que le está haciendo una paja a los vasos de cristal”.
Me alegro de haber pasado de la copa. Al cabo del rato nos vamos. He salido victorioso, he sido capaz de morderme la lengua delante de él.
Audrey, me pregunta un qué tal cargado de malicia,…”mmm no te puedes fiar de un tío que lleva fular en julio, es raro, muy raro”.
Ella ríe a carcajada suelta mientras caminamos calle abajo.