jueves, 28 de marzo de 2013

Filosofía de la vida

Entraste por la puerta como quien abre unas natillas de chocolate, sin cuidado y con tus grandes ojos redondos clavados en tu objetivo. Éste a la postre fui yo. Podría decir que me pilló desprevenido y que aquello no lo había planeado. Incluso podría confesar que me perdí en el cóctel de las sensaciones momentáneas y que tan sólo vislumbré la magnitud de todo cuando el vaso estaba ya vacío.


Lo podría decir pero no lo he dicho. Ni lo digo ni lo diré. Sería mentir al respetable y a éste lo tengo en gran estima y mediana consideración, por lo que tan sólo afirmaré lo innegable. Eres joven y todo en ti está intacto, o eso quiero pensar. Yo soy un profesor de universidad con algunas-bastantes horas de servicio a la comunidad y cuyo temario de historia de la filosofía hace tiempo ya que ha pasado a ser parte de mis actividades mecánicas que realizo sin pensar. Se fue la magia del otrora maestro del pensamiento clásico de los griegos, sin rastro de pasión y con más ganas de pensar en mi plan de jubilación que en los sofismas perdidos de nuestro tiempo.

Por eso, verte fue una brisa ligera que suaviza el bochorno. Tocarte fue algo parecido a una experiencia espiritual, sentirme dentro de ti fue simple y llanamente abrumador.

Como me gusta mi nuevo Mustang descapotable.

martes, 26 de marzo de 2013

Tristezas relativas

Alpargatas que se pierden en el armario del olvido,
Limones que recuerdan un tiempo pasado,
Ni mejor ni peor si acaso más vivido,
Lo cual no me impide añorar lo amado.

Conversaciones de ida pero sin vuelta,
Risas impostadas que se cuelan en mi copa,
Toques añejos de lo que un día fue una espuela,
Para una tristeza que ha decidido vestir mi ropa.

Libertades que nunca fueron de recibo,
Más de pase usted señor y de dietas pagadas,
Gestos que nunca rememoraron nuestro activo,
Sin más sombras de las crónicas ya anunciadas.

Tardes de verano que mecen mis intrigas,
Cafés que nunca serán espressos,
Puentes que se pierden sin sus bigas,
Y yo todavía esperando uno de tus besos.

lunes, 18 de marzo de 2013

La culpa, de la LOGSE

Nunca pensé que ése día sería el inicio del fin. De hecho, recuerdo nítidamente pensar, ese mismo día de autos, que era la persona más afortunada del mundo después de gente como Faemino y Cansado o el Wyoming (gente que es capaz de descojonarse en el curro y les pagan a final de mes).


Ese día fui informado que me habían seleccionado para el puesto de probador de helados cremosos de Frigo. No cabía en mí de gozo e ilusión. Después de años de soportar las típicas coletillas de “sin estudiar no se llega a nada” o “el día menos pensado te veremos en el metro pidiendo limosna”, ahora podía hacer frente a mis acreedores morales y decirles, tengo un curro. Un curro que mola más que el vuestro y dónde voy a triunfar. Soy el puto master del universo del helado cremoso. Cada vez que os comáis un helado, recordaréis mi nombre. Cada uno de esos postres dulces que os zampéis, engrosarán mi cuenta.

Vale, me flipé un poco. Lo admito. El primer día de curro, me hicieron vestir de blanco con una bata y unos pantalones (un poco mariquilla pensé) pero no dije nada. La guinda vino con el gorrito. ¿En serio me tengo que poner este gorrito de “Srta Francis en plena ducha de los domingos” (vamos hombre, esto acaba con el sex-appeal de cualquier tío incluso cuatro horas después de haber salido del curro)?.

Accedí. Pensé que tan sólo era una piedrecilla en el zapato. Perdón, zueco y encima blanco. Sin comentarios. Si mis acreedores emocionales me vieran se descojonarían en el minuto uno.

A lo que iba, siempre pensé que sería capaz de combinar y crear gustos increíbles. Error, los gustos se deciden en un comité de tendencias. ¿Perdón? Aha, como los leéis, los probadores tenemos poco qué decir ya que las tendencias del mercado de helados están altamente relacionadas con las de la moda, la bolsa y el fútbol. Paso, no esperéis que os explique los links.

Tan sólo deciros, que he engordado mis buenos veinte kilos y mi azúcar en sangre está a punto de ser sangre en azúcar. Y para traca final, hoy leo: “Frigo reconoce haber usado semen de caballo para la mayoría de sus helados cremosos por su alta viscosidad y rico en azúcares saturados”.

Vomitera ipso facto, y el primer pensamiento que me viene es “varios polos o helados cremosos cilíndricos al día más semen de caballo=….niño, mejor haber estudiado”.

La culpa es de la LOGSE.

miércoles, 13 de marzo de 2013

La teoría del paraguas

Un hombre, con más parsimonia que decisión, mira por la ventana. Es un día lluvioso, como hoy, y la gente, ese ente colectivo que anda por la calle, usa sus paraguas. Dicen ,los que creen saber algo de este circo, que se puede saber mucho de la gente, ese ente colectivo, por el tipo de paraguas que usan . Estos expertos de la universidad de Nowhere-land afirman que los parámetros a mirar son varios, empezando por el color, los materiales, la forma del mango y como no, el tamaño.


Un color oscuro denota seriedad frente aquellos que usan colores llamativos o dibujos. Los materiales pueden darte una pista del estatus social aunque esa es una afirmación algo temeraria a mi juicio ya que, por ejemplo, si bien es cierto que aquellos artilugios que contengan madera en el mango y grafito bajo la lona proporcionan caché al sujeto en cuestión no es menos cierto que comprar en los “chinos” está de moda. Por tanto, no puedo dejar de imaginar a algún/na friki-noble (no confundir con noble-friki) alardeando de su fantástico paraguas de plástico (tóxico) de tres euros que compró en el chino de al lado de casa.

Dicho lo cual, los expertos de Nowhere-land dedican un punto y aparte al mango y al tamaño. Mango recto y largo es más típico de personas deportistas y más concretamente a gente, ese ente colectivo, que practica el golf. Mango recto y corto, claramente denota una conexión directa con la comunidad china. Mango en forma de “u” y largo, se asocia al mass-media, ese ente colectivo lemming incapaz de innovar. Por último, mango en forma de “u” y corto, es una rara avis con altas dosis de autoconfianza.

Y luego están los outsiders, los que nunca llevan paraguas. Llámalos outsiders o despistados,…que quizás se ajusta más a la verdad.

viernes, 8 de marzo de 2013

Tragedias domésticas

Leo la nota de nuevo con lágrimas en los ojos. Ese trozo de papel raído de cualquier manera que denota unas prisas enormes y una ansiedad sin parangón. Lo puedo llegar a entender pero no por eso dueles menos. Probablemente duela más porque en su fuero interno, un servidor (que ha servido más bien poco en las últimas lluvias) sabe que el riesgo estaba ahí y dejé que el tiempo fluyera cual agua en el manantial divino.


Una lagrima se escurre y salta al vacío en busca de una piscina mejor pero se topa de bruces con el suave almidón del papel de la nota. Una almidón que si mal no recuerdo es reciclado y que proviene de Brasil y le confiere una textura más “gayer” que diría Alf a mi realidad más inmediata.

No más de veinte palabras, ordenadas cuidadosamente con guiones que marcan el fin de una era. Comprendo que ya no hay marcha atrás, la vida se va a tornar oscura. Y eso, duele. Me siento en el taburete ya que necesito recobrar el aliento. Un buen abogado argumentaría que me lo han robado con “diurnidad” y más bien poca alevosía.

Ya está. Es definitivo. Lo asumo. Me levanto y cojo el carro.

Me has mandado a hacer la compra. Todo son productos biológicos y bajos en sal.

Ni cerveza, ni yogures molones, ni ese quesito curado acompañado de un jamoncito sabroso. Me lo has quitado, nos lo has robado.

Arrastro los pies en signo de protesta y derrota.

Sigo llorando.

viernes, 1 de marzo de 2013

Spy Game

Una moneda con la cara de Franco. Dios, qué recuerdos. Una goma de pollo que ciertamente ha perdido su característica básica, la elasticidad. La esquina de una hoja de un cómic que no consigo identificar pero que a juzgar por el amarillo del papel tiene más de quince años. Migas de pan fosilizadas que se juntan con la mugre habitual del suelo de los coches. Ahí, embutido entre los asientos de la segunda y tercera fila del Patrol, tan sólo alcanzo a pedir que por favor no haya un condón usado en vías de momificación. Eso sería a todas luces asqueroso. El simple hecho de pensar en ello me revuelve el estómago y recurro a hundir la nariz en mi jersey en busca de un olor que me permita desactivar los pasos previos al vómito.


Nunca pensé que espiar fuera tan aburrido. A menudo soñaba con descubrir grandes engaños que me encumbrarían a las portadas de los periódicos. Ser el chivo expiatorio que desmantela un gran complot internacional. Ah, qué grande ser espía, pensaba.

El día que fui a escoger qué hacer después del COU, no encontré la carrera o los estudios de espía. Raro, me dije. Pregunté en secretaría y la siempre amable funcionaria, me preguntó simplemente si yo leía muchos cómics y siguió a lo suyo. Sin mucha alegría, busqué algo que se pareciera. Descarté Física, Matemáticas y Filología Portuguesa por causas obvias. Sopesé Derecho y Económicas ya que me podían servir de base para descubrir pufos. Pero no. Estudié la opción de INEF pero cuando vi que Esgrima era una asignatura troncal me imaginé ridículamente vestido con el florete y como que no. El rato pasaba y claramente las opciones se perdían en el blanco del papel. Me fui para casa con el agrio gusto de la incertidumbre.

No sé qué hice al día siguiente. Ni al otro. Ni el de después.

Lo único que sé es que soy Certificador de Siniestros de la Aseguradora de Don Pérez. Vamos un espía venido a menos o para ser justos, que nunca vino.