viernes, 26 de abril de 2013

La penúltima

Las copas alineadas e impolutas. Los taburetes de la barra ordenados y brillantes. Las mesas con su lamparita especial y típica de un pub inglés. Los sospechosos habituales hemos dado un paso al frente y estamos listos para la batalla.


El bar da gusto verlo, está lleno de gente guapa y con ganas de pasarlo bien. Cuando hablo de guapos no sólo incluyo a los atractivos sino a los simpáticos, amables, cachondos, creativos, imaginativos, seductores, parlanchines, listos, en fin a buena gente. Dignas personas que pese a estar indignadas no pierden la buena cara y saben disfrutar de lo auténtico, un rato entre amigos.

No hay mejor terapia me ha dicho mi psicoanalista esta tarde. Lo he meditado, incluso diría que lo he barruntado y el ambiente que veo ante mis ojos me lo confirma. Ver al señor Pous disfrutar de su copa de coñac con su inseparable “amiga” Daisy es impagable. Girar la cabeza y encontrar a los cuatro mosqueteros- como se autodenominan- cuarentones con más gin tónics en su haber que toda la población noruega junta es una delicia. Las m.i.l.f.’s se han reunido de nuevo hoy y saben que van a dar guerra al personal. Fantástico.

Hoy es viernes y tenemos que ganas de pasarlo bien.

P.d.- post dedicado a todos aquellos (y hay unos cuántos) que últimamente han tenido un día de mierda.

lunes, 22 de abril de 2013

A oscuras

Estamos en al año 2043. La mayoría de cosas siguen aparentemente igual que hace treinta años. Al menos, las más básicas. No obstante, ha habido un hecho relevante que ha cambiado buena parte de las costumbres de los habitantes del planeta.


Ya no hay luz. Estamos completamente a oscuras, ni luz solar ni lunar ni mucho menos artificial. No estamos cerca del fin del mundo, tan sólo han cambiado las condiciones de vida. Algunos todavía se preguntarán el motivo de la pérdida de luz. Hay infinidad de teorías y muchas aducen al excesivo gasto energético de antaño lo cual provocó una polarización del campo beta y una deionización del plano beta que impide que el flujo de energía- que lo hay- se transforme en luz.

Dicho esto, lo bueno es que la calefacción funciona y el agua caliente también pero lejos quedan los días de internet, ordenadores, ipad’s,… el Gran Apagón Tecnológico lo llamaron los expertos. En un principio el caos fue significativo y costó llegar a una relativa tranquilidad. No es por alardear pero considero que me he adaptado bastante bien a estas condiciones de oscuridad.

“Papá, ¿te han puesto ya las gotas para las cataratas?”- se oye de fondo.

Será imbécil, murmullo por dentro. Otro día sin ligar en el “ciberchat intergaláctico del nada es lo que parece”. Ya la tenía, la marciana se había tragado el rollo de que vivimos a oscuras.

Putas cataratas de los cojones!

viernes, 19 de abril de 2013

Sweet oldies o dulces abuelas

Ahí estaban ellas, tranquilas y serenas con la mirada perdida más allá de lo que acontecía a su alrededor. No es que pasara nada grave cerca de ellas pero si así hubiera sido el caso, ellas no se habrían percatado.


Flor estaba sentada en su silla de ruedas, con las manos cruzadas sobre su regazo. Llevaba una gafas de sol de concha que parecían marcar última tendencia pero para ser sinceros habían obrado en su poder desde tiempo inmemoriales. La manta a cuadros encima de las piernas tenía su lógica dado el intenso frío que se había alojado en la ciudad desde el viernes pasado.

Margaret estaba de pie a su lado y parecía ser esa atenta amiga que presta ayuda a su desvalida compañera de hazañas vitales. Un bolso de piel de cocodrilo y una vestimenta muy clásica tirando a “naftalinosa”.

Hacían cola en el banco. Había bastante gente delante de ellas pero eso no parecía inmutarles ya que estaban absortas y pensando en lo suyo.

Llegó su turno. Margaret empujó la silla de Flor. Flor descruzó las manos y se atusó el flequillo bañado en laca. El cajero del banco, un chaval no mayor de 25 años, levantó la cabeza después de decir el clásico “buenos días, en qué puedo ayudarla”.

Flor sacó una pistola de debajo de la manta y se levantó de forma ágil.

Sonrió al chaval y le dijo: “A quien llamas vieja chocha ahora?”

martes, 16 de abril de 2013

Redecora tu vida

Me imagino una casa con un gran ventanal en el salón que permite una generosa entrada de luz con vistas a un frondoso bosque. El mobiliario y el estilo son claramente nórdicos, todo funcional pero de diseño, sencillo pero con los detalles necesarios. Imprescindible la fuente con frutas fresca en medio de la mesa larga de madera que domina el comedor. El salón, discreto con dos sofás más bien pequeños y una televisión también pequeña. Un porche, claramente ganador en las noches de verano.


Arriba las estancias sencillas y nada ostentosas, sólo lo imprescindible, cama, mesita y lámpara. La chimenea no puede faltar, sin eso todo lo demás carece de sentido. Lavabos claros y con mucha luz. La cocina debe ser la joya de la corona, amplia y grande ya que será el centro neurálgico de la casa cuando vengan los nuestros, los sospechosos habituales. Espacio para el vino y una barbacoa fuera para los fines de semana.

Me gusta, la cabaña-refugio va tomando cuerpo.

“Señor Antúnez, ya puede pasar a su sesión de quimio”- interrumpe ella.

“Le han dicho alguna vez que tiene la dudosa virtud de llegar en mal momento?”- contesto.

“No entiendo”- dice la enfermera.

“Yo tampoco entiendo muchas cosas y aquí me ve”- bajo la cabeza.

jueves, 11 de abril de 2013

Desactivando bombas

Mentiría si dijera que me sorprendo a mí mismo observando vidas ajenas. Vuelvo a no decir toda la verdad cuando digo observar en vez de espiar. Estoy sentado en un café de París, cerca del gran ventanal pero no al lado, lo cual me da cierta ventaja estratégica ya que puedo mirar con cierto descaro sin ser descubierto.

Observo-perdón, espío- a un grupo de cuatro jóvenes. Dos parejas en los inicios de la dulce treintena que han escogido vivir sin más presión añadida que la de ir a trabajar, pagar el alquiler y quererse mutuamente. No les culpo, si acaso les envidio a ratos. Disfrutan de un mediodía raramente soleado en la ciudad legendaria con copas de vino y deliciosos platos a su alcance.


Sin apenas darme cuenta, imagino sus vidas. La chica morena de pelo rizado no es guapa ni fea pero tiene estilo por lo que descarto cualquier actividad profesional técnica o contable. Se nota que se cuida y le gusta agradar. Decido que se llama Amélie por su sonrisa radiante y gesto amable.

La castaña de pelo liso es más guapa que no atractiva. Lo sabe y no lo disimula. Su rostro es más duro que el de Amélie dada la marcada angulosidad de sus facciones. Es más alta e intuyo que tiene mejor cuerpo pero tiene pinta de tiburón del marketing y decididamente no es mi tipo. Decido que se llama Anne.

-Cariño, el enano se ha cagado. ¿Puedes cambiarlo?-

Y de la magia y fantasía de París y sus chicas a la Tierra del chapapote.

-Esto te va a costar una noche sin salir a los 16- le digo al enano mientras desactivo el artefacto.

miércoles, 3 de abril de 2013

Buffalo soldier

Intuyo que es uno de esos momentos. Uno de tantos pocos, dónde uno sabe que el rumbo de su vida está cambiando y que lo que está pasando en estos escasos segundos retumbará para el resto de sus días.


Te miro fijamente a los ojos, los cuales han perdido el brillo natural. Ha sido instantáneo, como darle al “off” y ver cómo se desdibujaba la expresión de tu cara. Tus facciones han pasado de mostrar una rudeza extrema, situación normal dadas las circunstancias, a trazar el camino al vacío.

Fusil en mano, me agacho y te arranco la cadena que llevas colgada al cuello. Limpio el barro incrustado en ella para intentar adivinar algo de tu vida. Leo un nombre, impronunciable en voz alta, y veo una fecha grabada. Tan sólo tienes- tenías perdón- 17 años y acabo de parar tu reloj.

Por unos escasos segundos me imagino tu vida adulta con una mujer y un par de hijos primero y con varios nietos después. Pero no va a ser así. Era tu reloj o el mío.

Miro mi muñeca y veo que las manecillas siguen su curso habitual sin alteraciones dignas de ser comentadas. Giro sobre mis pesadas botas después de haber sacudido el denso barro que se acumulaba en ellas.

Era él o yo, me digo,…pero no puedo evitar llorar al pensar que hoy he matado a una persona- la primera de una larga lista- si quiero salir de este lodazal. Vestido de verde y con una justificación pero eso no me consuela.